EL VALLE

Ubicación y Geografía

El valle de Tafí está ubicado en el Noroeste de la Provincia de Tucumán, en la porción noroccidental de la República Argentina. Constituye una cuenca tectónica de hundimiento que afecta una forma aproximadamente triangular (con un ancho de 15 km en el sector sur, estrechándose hacia el Norte, y una longitud total de 21 km). Forma una depresión que divide al sistema de altas cumbres constituido por las Cumbres Calchaquíes y la Sierra de Aconquija, las cuales lo delimitan por el este y el oeste respectivamente.  El Cerro Nuñorco cierra la cuenca por el Sur, mientras que hacia el norte el Abra del Infiernillo, permite la conexión natural con el valle de Yocavil. Es atravesado de Norte a Sur por el río Tafí, que en su porción superior corre en forma torrentosa entre barrancas con el nombre de El Churqui. Éste se va ensanchando al recoger el aporte del río de La Banda y del río de El Mollar, hasta penetrar en el valle de La Angostura.

Ubicación del valle

Geografía del valle

Ambiente

Su posición le dan una ubicación ecotonal entre dos grandes espacios ambientales del Noroeste Argentino: el sector húmedo y bajo de las yungas (hacia el este), y el sector árido o semiárido que engloba a la Puna, su borde y los valles que tienen cabeceras en ella (hacia el oeste). Esto determina su disposición como paso obligatorio entre el ambiente semiárido y el húmedo.

Está comprendido entre los 1800 y 3000 m s.n.m. y su situación con respecto a la barrera orográfica formada por la sierra del Aconquija y las Cumbres Calchaquíes, que frenan a los vientos húmedos del Atlántico, le dan las características de un altivalle húmedo-templado, con pastizales correspondientes a pampas altas, con abundantes lluvias estivales y paisajes fitogeográficos que incluyen praderas alpinas y quebradas boscosas.

Vista de la Sierra del Aconquija

Vista de las Cumbres Calchaquíes

Flora y Fauna

La vegetación posee características de las praderas de altura con abundantes pastizales tiernos, hierbas y gramíneas. En la actualidad podemos definir entre 1850 y 2000 ms.n.m. una vegetación de prados, en la cual hay pocos árboles indígenas, salvo algunos algarrobos blancos (Prosopis alba); churquis (Acacia cavem) y tuscas (Acacia aroma). Los pastos se destacan por su abundancia (Cynodon dactylon var., Poa annua, Sporobolus berteroanus, Bromos unioloides var., Paspalum humboldtianum, Eriochloa peruviana y varias especies de Stipa).  Hacia el norte del valle, la mayor elevación y sequedad determina un paulatino cambio de vegetación, con predominio de pastos duros, que no forman un tapiz vegetal coherente, sino matas aisladas. Se presenta frecuentemente la micuna (Berberis pseudos-spinulosa) que es un arbusto espinoso con frutos negros morados comestibles y el molle (Schinus myrtifolius). En el Infiernillo, a 3000 msnm, existen numerosas vegas húmedas, con pequeñas plantas que no crecen más abajo. Las quebradas de los cerros son los únicos espacios cubiertos con vegetación arbórea.

Entre las especies animales se destacan el zorro colorado (Dusycion culpeus), zorrino (Conepatus chinga), chinchillón (Lagidium viscacchia) y roedores pequeños (Akodon andinus y Phyllotis darwini). Las perdices están separadas en dos grupos: Nothoprocta ornata, en la parte plana de los pastizales y la Npentlandi en las quebradas escarpadas. Entre mayo y agosto se observan a orillas de los ríos aves procedentes de la Puna como la gaviota serrana, la guayata y el flamenco andino. Complementariamente, en la selva húmeda habitan algunas especies animales como: corzuela roja (Mazama americana), pecarí de collar (Tayassu tajacu) y el pecarí labiado (Tayassu albirostris). También hay patos corta corriente (Merganetta armata), que en algunos meses del año (mayo a julio) se torna gregario, formando grupos de 7 que emigran hacia las lagunas, más allá de Tafí.

El Pasado prehispánico a través de la Arqueología

El pasado prehispánico del valle ha sido construido en base a los datos aportados por la Arqueología. Ésta, es una ciencia social que busca comprender a las sociedades humanas a través de sus restos materiales. Dado que las sociedades prehispánicas del valle de Tafí han dejado una inmensa materialidad (viviendas, estructuras productivas, cerámicas, menhires, instrumentos de piedra tallada, etc.) aquella disciplina contribuye a conocer sus formas de vida ancestrales. A continuación se presentan las características generales de este pasado prehispánico que es relevante para comprender la sociedad tafinista en el presente.

Los primeros habitantes

Argentina empezó a poblarse hace 12.000 años atrás por pequeños grupos de cazadores-recolectores. Eran familias que se trasladaban por diferentes paisajes en busca de fuentes de subsistencia, en especial, animales para cazar como guanacos y vicuñas. Habitaban en cuevas y aleros o campamentos al aire libre que abandonaban a medida que se movilizaban a nuevos espacios para conseguir alimentos. La carne no era la única fuente de alimentación, ya que también recolectaban vegetales y frutos silvestres, como la algarroba y el chañar.

Estas poblaciones no tenían fuertes diferencias sociales y politicas, sino que eran igualitarias. Hay evidencias de que veneraban a sus ancestros y de que mantenían relaciones con otros grupos a largas distancias por medio de los cuales obtenían recursos.

Su relación con la tierra no se centraba en estar asentados en un lugar particular. Necesitaban de diversos espacios y ambientes para satisfacer sus necesidades. Es decir, no hubo una apropiación directa, aunque sí un uso frecuente de ciertos espacios.

Hasta el momento no hay evidencias directas en el valle de Tafí sobre estos primero pobladores. Sin embargo, investigaciones en la Quebrada de Los Corrales, en el sector del Abra del Infiernillo y próxima a los sectores altos del valle, demuestran que grupos de cazadores-recolectores ingresaron a la región hace unos 8.000 años.

Puntas de proyectil recuperadas en la Quebrada de Los Corrales (Abra del Infiernillo), corresponden a los primeros pobladores del área (tomado y modificado de Martínez et al. 2013)

La vida en aldeas

Hace aproximadamente 3.500 años en el Noroeste Argentino se produjeron cambios ambientales, demográficos y culturales. Los grupos de cazadores-recolectores comenzaron a domesticar camélidos y a cultivar vegetales. Al mismo tiempo, redujeron su movilidad asentándose en lugares permanentes y adoptaron un nuevo modo de vida denominado “aldeano”.

Estos procesos novedosos se afianzaron hace unos 2.000 años, cuando la agricultura de maíz, poroto y zapallo, y el pastoreo de llamas se convirtieron en las actividades principales de estos grupos. Rápidamente la población comenzó a crecer y asentarse en un territorio, empezando a formarse así poblados que ocupaban todo el valle de Tafí. Desarrollaron estructuras para cultivar, como terrazas y andenes, y un sistema de riego con canales y muros de piedra para conducir y almacenar el agua.

Sus viviendas tenían gruesos y compactos muros, construidos con grandes piedras combinadas con otras más pequeñas, todo ligado con barro. Los techos eran cónicos, confeccionados con postes de madera, una base de ramas y tallos finos y como cubierta superior barro batido). Estas casas eran construidas cerca de los campos de cultivos, los corrales y los arroyos. El espacio interno de la casa estaba organizado en un patio central grande, de de planta circular, y en recintos más pequeños también circulares, distribuidos en torno al patio central y con el cual se conectaban. Solo el patio central se vinculaba con el exterior, por una abertura frecuentemente orientada al naciente. Cientos de estas viviendas cubrieron el valle y hoy se pueden ver en Barrio Malvinas, Los Cuartos, El Tolar, Las Carreras, Santa Cruz, La Banda, La Bolsa y Carapunco.

Viviendas de Tafí en el Primer Milenio D.C. Izquierda: dibujo de vivienda de La Bolsa (tomado y modificado de Salazar 2010). Derecha: fotografía de vivienda de Santa Cruz.

Acompañando estos cambios, se produjo el desarrollo de nuevas tecnologías. La ganadería y la agricultura imponían nuevas necesidades, como procesar granos, almacenarlos y hervirlos. También al permanecer más tiempo en un mismo lugar la gente podía acumular más objetos, grandes y pesados, que no era necesario trasladar de un lugar a otro. Así una de las tecnologías más características del período es la cerámica, que se presentó en formas de ollas, escudillas, jarras, etc. También se presentan en estos momentos el pulimento de la piedra, la textilería y la metalurgia.

La vida más sedentaria y compartida por grupos más grandes transformó los espacios y maneras de sociabilizar y vivir la cosmología del valle. En el Montículo de Casa Viejas las familias se reunían en algunos momentos del año para celebrara festividades, compartiendo comidas y bebidas alcohólicas, como la chicha. En estas reuniones los ancestros tenían un lugar protagónico. En el montículo, se depositaban ofrendas, por ejemplo, animales sacrificados, y en las proximidades de la estructura se ubicaban numerosas huancas (antes llamadas menhires) que son esculturas de piedra talladas con bellos motivos representando animales, humanos y seres míticos. Las wankas también se encontraban en las proximidades de los campos de cultivos o en el patio de las viviendas. Estas esculturas representaban a los ancestros y participaban de forma activa en la toma de decisiones que afectaban a las familias y al resto de los grupos.

Huancas del valle de Tafí. Representan antepasados que participan en la vida social y religiosa de los pueblos andinos

Cambios hacia el año 1000 D.C.

Hacia el siglo IX D.C., en distintos lugares del Noroeste Argentino, se produjeron profundos cambios. Fuertes conflictos empezaron a surgir y aumentar entre distintos grupos étnicos. La población había crecido mucho, los territorios estaban ocupados y los recursos empezaron a escasear. Esta situación se vio agravada por una crisis climática generaliza de sequía. En respuesta a este problema se generaron mejoras en las técnicas de cultivo, se especializó la producción artesanal, se intensificó el intercambio y se fortalecieron las comunidades corporativas.

A su vez, la situación de conflictividad obligó a las personas a refugiarse, trasladándose las familias a asentamientos llamados Pukaras. Estos eran conglomerados en sectores elevados, naturalmente protegidos y a los que se les agregaban estructuras defensivas. Este cambio de residencia implicó desventajas como el hacinamiento y el distanciamiento de los campos de cultivo y de las fuentes de agua.

Socialmente, los grupos de este periodo se organizaron el ayllus, que se basaban en los principios de parentesco y territorio. Los miembros de los ayllus se vinculaban por lazos de parentesco, míticos y/o reales, al reconocerse como descendientes de un ancestro común. Dicha ascendencia les daba derechos a la posesión de tierras, las cuales eran propiedad y se trabajaban de manera comunitaria por todos los miembros. Los ayllus tenían autoridades rotativas, llamadas kurakas, los cuales coordinaban actividades y obligaciones de los grupos.

En el valle de Tafí, hacia el año 1.000 D.C., aunque las investigaciones arqueológicas para este periodo son escasas por el momento, se sabe que muchos sectores atravesaron procesos de abandono.

Las casas fueron clausuradas y los campos dejaron de cultivarse. Mucha gente se habría trasladado a otros lugares, pero el valle siguió siendo ocupado de manera diferente. Las razones de estos cambios en el valle no son claros aún para la arqueología, aunque algunos datos indican que el fuerte período de sequía antes mencionado, impidió el desarrollo de la agricultura, la cual era la fuente de supervivencia principal para los habitantes del valle. La fuerte autonomía familiar que tenían los grupos aldeanos del periodo anterior, debió impedir las consolidaciones de vínculos comunitarios que les permitieran afrontar estas situaciones ambientales adversas.

En estos momentos los asentamientos del valle están caracterizados por las casas pozos, que son viviendas semisubterráneas y con una configuración cuadrangular. Algunas de estas casas pueden observarse en Los Cuartos. También la necesidad de mejorar las técnicas agrícolas llevo a la construcción de sistemas de terrazas, los cuales pueden observarse en el sector de El Alto, al norte del Cerro Ampuqcatao o Pelao. En cuanto a la materialidad de la época, se han recuperado en distinto sectores del valle fragmentos y piezas enteras de urnas funerarias llamadas santamarianas, las cuales servían en estos momentos como contenedores del cuerpo de los fallecidos.

Instalación productiva de El Alto (Cerro Ampuqcatao) donde se observan laderas aterrazadas.

Urna santamariana del valle de Tafí

El mundo ritual y simbólico de esta época incluía divinidades asociadas a fenómenos cósmicos y climáticos. Muchas de las cerámicas santamarianas presentan dibujos de sapos, suris, cóndores, víboras ya que eran seres sagrados para la vida de los grupos. También en el Cerro Ampuqcatao o Pelao se identificaron rocas grabadas con combinaciones de surcos y cavidades circulares, las cuales indican lugares donde se practicaban ritos asociados a la agricultura y el agua.

Rocas grabadas de El Alto (Cerro Ampuqcatao)

El imperio Inka

En el Noroeste de Argentina durante el siglo XIV D.C. se ve afectado por la expansión del Imperio Inka. La conquista de este territorio,denominado Collasuyu, se produjo por medio de, persuasión, negociación y por la fuerza. Las poblaciones locales fueron incorporadas al Estado inka, con el cual mantenían relaciones de dependencia, pero conservaban su autonomía. Esto permitía la unificación de grupos diferentes bajo un mismo sistema económico, político y social.

Aún no se tiene una clara perspectiva de la forma en que el Estado inka se relacionó con las comunidades del valle de Tafí. Se debe considerar que el valle se ubica en un sector de la frontera este del imperio y quizás por ello no se observan evidencias claras de la infraestructura inkaica como se observan en otros lugares cercanos hacia el oeste. De todas maneras se conoce que hubo influencias en la producción cerámica, tanto en la manufactura como en los diseños decorativos. La mayor ocupación inka registrada en el valle se sitúa en la zona de Los Cuartos, en el conocido Pukara de Lomas Verdes.  Allí se recuperaron objetos de metal y cerámica de estilo inka.

Mapa del Imperio Inka y sus divisiones. Se observa la ubicación del valle de Tafí en un sector fronterizo del Collasuyu. 

Plano, vistas y materiales inkas recuperados en el Pukara de Lomas Verdes (tomado y modificado de Patané Aráoz 2010)

Posteriormente a estos periodos mencionados, el Valle de Tafí ingresa a una historia de procesos oscuros, marcados por la invasión española y la invisibilización republicana del pasado originario. Sin embargo, los datos aportados por la Arqueología indican que el valle presenta un largo y rico pasado prehispánico. Desde hace 8.000 años grupos humanos empezaron a ocupar este hermoso lugar y a través de diferentes cambios mantuvieron su presencia pese a la invasión y el despojo. La presencia del pueblo originario fue constante y su relación con el valle se remonta a ese lejano pasado y se mantiene en el presente, en forma de sus restos materiales, en sus descendientes, en sus tradiciones y su cosmología. Todo ello hace al pueblo indígena heredero directo de esta historia.

Referencias bibliográficas

Martínez, J. G.; E. O. Mauri; C. Mercuri, M. A. Caria y N. Oliszewski. 2013. Mid-Holocene human occupations in Tucumán (northwest Argentina). Quaternary International 307: 86–95.

Salazar, J. 2010. Reproducción Social Doméstica y Reproducción Social Doméstica y d.C. en el Valle de Tafí, Provincia de Tucumán. Tésis de Doctorado. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba.

Patané Aráoz, C. J. 2010. El Pukara de las Lomas Verdes (Tafí del Valle, Tucumán). Medio siglo después. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 22: 165-178.